jueves, 25 de septiembre de 2008

Rafael Labrador, una pasión por la investigación


Rafael Labrador, médico cirujano especializado en la neurocirugía; desde muy temprana edad su interés ha sido la investigación, más allá de cualquier ciencia o cualquier especialidad, la investigación ha sido lo que ha motivado a este tachirense a salir adelante, a realizar post grados, maestrías y hasta doctorados.

Nativo de la ciudad de la cordialidad, San Cristóbal, este médico decide, desde muy temprana edad, que su pasión sería la investigación, una vez graduado del colegio comienza la búsqueda en la universidad, cursando un semestre de ingeniería y posteriormente llegando a la medicina, de la cual se enamora por la variedad de ramas y disciplinas pero sobre todo por la oportunidad de desarrollarse como investigador.

Sus estudios

Labrador comienza sus estudios de medicina en la Universidad de Los Andes (ULA) núcleo Mérida, puesto que para la época la escuela aún no se había inaugurado en la ciudad de San Cristóbal, en la cual cursa los tres primeros años, para los últimos dos, conocidos como los años de clínica, regresa a su ciudad natal, donde hace las prácticas en el Hospital Central de San Cristóbal. Una vez egresado como médico cirujano trabaja durante un año como médico rural, en diversos pueblos y aldeas del Táchira.

En 1992 se le presenta la oportunidad de realizar un postgrado en España, decide irse y comienza a estudiar en la Universidad Autónoma de Barcelona, en la cual obtiene su maestría y doctorado en “Neuromicro cirujía” y en “Neuro fisiología”. En el año de 1996 regresa a Venezuela y trabaja, por dos años, como médico residente en el Hospital del Seguro Social en San Cristóbal.

Como profesional

Ya en 1998 entra a trabajar como docente e investigador de la ULA núcleo Táchira, aprovechando sus estudios, tanto en neuromicro cirugía como en neuro fisiología enfoca su línea de investigación en la multidisciplina de las neurociencias.


El doctor Labrador es, actualmente, el director de un nuevo grupo de investigación de la ULA Táchira, el de investigaciones bio médicas, y junto a otros dos investigadores activos, en este caso la doctora Gloria Urbano y la doctora Ilse de Santiago, forman el más pequeño grupo de investigación reconocido por el Consejo de Desarrollo Científico Humanístico y Tecnológico (CDCHT).


Por el momento se enfocan en dos líneas de investigación activas, la primera es la de reparación y plasticidad neural, la cual se enfoca en las lesiones del tejido nervioso periférico, con esta investigación llevan aproximadamente ocho años, quizá un poco más, en el 2002 publicaron una parte de la investigación y esperan para finales de este año poder publicar otra.

La segunda en la confiabilidad humana, estudio enfocado en la conducta de los grupos, con esta investigación llevan tan solo tres años. Por otro lado, también esperan que para este año o el próximo se unan dos investigadores más al grupo

En lo personal

En su tiempo libre a este médico investigador le apasiona la música, los deportes y las artes plásticas, en estas últimas cursó estudios en el colegio de artes plásticas de San Cristóbal, sin embargo, debido a las ocupaciones del día a día tiene más de seis años sin poder practicar. En cuanto a la música, le apasiona más escuchar que practicarla, no obstante, sabe tocar la percusión menor e instrumentos armónicos como la guitarra y el cuatro.

De sus hobbies, como los llama hoy en día, el que marcó pauta en su vida sin dudarlo fue el deporte, en su caso particular: el futbol. Desde muy pequeño lo practica, en los equipos infantiles el pollo andino y el laboratorio fotográfico de occidente, una vez en la universidad forma parte de la selección de la ULA, en ese momento lo convocan para jugar en Juvines, lo cual lo coloca en una bifurcación en su vida, ¿continuar con sus estudios de medicina o dedicarse al futbol?, decide estudiar y dejar el deporte como una distracción y no como una carrera para el futuro. A pesar de eso, hoy en día pertenece a la selección de futbol sala del Colegio de Médicos del Táchira y de la ULA, y a la selección de futbol de campo de la ULA.

En un futuro

La parte de la cirugía ya la ha dejado a un lado, tiene más de dos años sin ninguna intervención, puesto que el rumbo de su carrera ha sido más teórico, pero a pesar de eso, está a la espera de un nuevo proyecto que va de la mano con la Universidad Simón Bolívar y el Instituto de Investigaciones Científicas (IVIC), en el cual se espera que en Venezuela se produzcan prótesis de titanio y otros materiales para las intervenciones quirúrgicas, con toda una nueva tecnología que aún no se aplica en el país. La parte teórica será manejada directamente en Caracas, mientras que la parte de las pruebas biológicas se realizarán en San Cristóbal.
ºRafael Labrador es un hombre apasionado con lo que hace, tanto en la medicina como en la investigación, no tiene planes de jubilación puesto que tiene tan solo 10 años ejerciendo, sin embargo, en este momento piensa que para dejar de dar clases tendrá que estas discapacitado e inclusive así, no dejará de investigar.

Para el Antropólogo y Sociólogo, Otto Rosales

“La construcción de conocimientos en libertad es inherente al ser humano”

Antropólogo, Sociólogo, investigador y actual docente de la Universidad de Los Andes- Táchira (ULA) locutor de un programa de radio, apasionado por la música y la escritura, ha buscado durante toda su carrera la innovación y la conexión de diversas áreas del saber

María José Aguilar
mjaguilar5@gmail.com

Otto de Jesús Rosales Cárdenas conocedor de las Ciencia Sociales, se caracteriza por ser una persona irreverente y rebelde en su época de juventud, luchador de sus ideales buscando la novedad en sus investigaciones, y en su labor como docente. De carácter dominante pero que con el paso de los años y por su necesidad a innovar a doblegado y trasformado ciertas estrategias tanto en la enseñanza como en su vida familiar, con sus cuatro hijos y dos nietos. Creativo y audaz, aunque pacífico y relajado al momento de conversar y expresar sus vivencias.
Una provincia monótona
En los años 50 en la ciudad de Capacho del Estado Táchira, era un pueblo tranquilo sin muchas actividades para realizar, y mucho más para un niño que comenzaba a despertar ciertas inquietudes por aprender nuevos juegos, y divertirse de alguna forma sin la presencia de la televisión. Ese era Otto Rosales, quien vivió su infancia en esa localidad, que como él lo apunta “en esos años los pueblos eran monótonos y aburridos”.
Sin embargo, pasear e ir al río pertenecía a las distracciones que realizaba Rosales de niño. Gracias a la profesión de su madre, docente, comúnmente agrupaba a sus seis hijos en círculos de lectura, dejando la libertad de crear e inventar nuevos juegos con las palabras como las adivinanzas. Esta etapa marcó cierta importancia para la educación del Sociólogo Rosales, puesto que se convierte en amante de las lecturas, que más tarde en los estudios secundarios en el liceo “Simón Bolívar” son reafirmados.
Al llegar a la universidad, logra identificarse con sus intereses sintiéndose más libre para aportar y construir ideas, “los juegos son claves en una sociedad, por ahí pude canalizar esa libertad de crear, que al estar en la universidad se ampliaron, y sirvió para experimentarlas más tarde en mis cátedras”, destacó Rosales. La lectura estuvo latente, y el texto “Vigilar y Castigar” del francés Michel Foucault le ayudó a ver a la Sociología de otra manera, y a leer desde otras visiones.
Conectando discursos
La vida de estudiante universitario de Rosales luego de salir de las confusiones de adolescentes en el bachillerato, comenzaron en la Universidad Central de Venezuela (UCV), iniciándose por la Sociología para realizar una conexión de los diversos discursos planteados en otras ciencias como la Antropología, la Literatura, desde la cultura y las experiencias cotidianas del ser humano. Aunque sus deseos eran estudiar Filosofía en la Universidad Central de Bogotá, por problemas en la Facultad de esa carrera se regresó a su tierra natal, Venezuela.

Al encontrarse con sus amigos, sumergidos en una época por los años 60 y 70, que Rosales la califica como “ una efervescencia de grupos juveniles, con una apertura hacia las formas libres, de la sexualidad, las drogas, y la independencia” , decide radicarse en Caracas, dejando su hogar en San Cristóbal para comenzar en la UCV.

Eran los años de 1970- 1972 cuando esta universidad estaba atravesando una crisis en su estructura liderada por el Gobierno de Rafael Caldera, en la que sufrió una serie de allanamientos y manifestaciones por la toma del control, desestabilizando el funcionamiento de la UCV por ciertos años. Y es allí en medio de esa problemática que Rosales ingresa a dicha casa de estudio, entrando con facilidad ya que muchos de los jóvenes de la época por ser conflictiva se marcharon fuera del país.

De lo denso a la frescura
La Sociología en la primera etapa de los estudios universitarios del docente e investigador Rosales, comenzaron de manera “radical” como él lo señala, porque en la UCV las formas de aprendizaje eran teóricas e inflexibles, reprimiendo al alumno a lecturas extensas, con un sólo autor, “leer a Marx y su corriente casi obligados eran una fastidio”, comentó Rosales. Esto hace reflexionar al Sociólogo y Antropólogo para buscar nuevas estrategias de enseñanza que años más tarde las aplicaría en su carrera como docente en la Universidad de Los Andes- Táchira.

Rosales comienza a darse a cuenta que estas estructuras de formación que se iniciaron en las primeras escuelas de las Ciencias Sociales tienen muy poco que ver con la vida, con lo cotidiano, allí comienza según el investigador “una rebelión individual, buscando otros puntos, como estudiar Teología, Letras, y Arte”, tomando diversos seminarios que le permitieran ampliar sus conocimientos para conectar la esencia de cada una de estas disciplinas.

Además, para esos años la UCV contaba con una gama de numerosos profesores importantes como el Filósofo y poeta venezolano Ludovico Silva y el Antropólogo Efraín Hurtado y Mario Sanoja, así como otros de las Ciencias Sociales que combinados, el arte, la música, la Antropología, la cultura, y la Filosofía, ofrecían una “ diversidad y mezcla de conocimientos, que sirvieron para iniciar mi primera línea de investigación, la Antropología con las narrativas, entendidas como las formas orales, discursivas y de convivencia del hombre”, indicó.

Construyendo desde la realidad
Esas conexiones de discursos que surgieron desde sus comienzos en la universidad, y las diversas enseñanzas de emblemáticos personajes de las Ciencias Sociales en Venezuela, tanto en lecturas como en prácticas de campo que le permitieron a Rosales palpar lo real, para constatar y construir desde la realidad, “formándonos en libertad”, dijo.

De allí, las particularidades de sus preferencias en las investigaciones que van desde la simbología del cuerpo, las distintas formas orales y discursivas del ser humano, los géneros, las localidades de los pueblos, centrados en la funcionalidad de la sociedad venezolana, que es un aspecto que le atrae con mayor importancia puesto que para él esta sociedad “se encuentra marcada hacia estructuras frágiles y fáciles, caracterizados por la dependencia y los cambios tan bruscos”.

Sin embargo, la juventud es otro de sus indicadores tomados en cuenta en el momento de plantearse un proyecto de investigación. Desde el inicio de su carrera tuvo la inquietud de conectar como Rosales lo explica a “los jóvenes con las formas cotidianas del discurso social, para a partir de la Sociología construir teorías y no sólo hablar de ellas”.

Desde el aula de clases
Por los años 79 y 80 Rosales busca expandir sus conocimientos hacia países europeos, sin embargo por motivos económicos no le permitieron viajar, esto no fue un impedimento para continuar, así que regresa a San Cristóbal en unas vacaciones cuando recibe una propuesta de trabajo en una institución adscrita en aquel entonces al Ministerio de Infraestructura (Minfra). Allí laboró cinco años, en el que sus investigaciones iban desde lo local a lo oral, desembocando en estudios de pueblos y comunidades.

Más tarde ingresa como docente en la ULA- Táchira, permitiéndole focalizar y canalizar sus investigaciones, combinando esos estudios de localidad y oralidad desde las comunidades con la jóvenes en diversas prácticas de campo como una realizada en los años 90 en el Cobre, para determinar y crear una comunidad a través de éstos, “fue muy alentadora esta experiencia, porque permitió localizar áreas claves, y preguntarnos cómo eran esa juventud y cómo veían a esa comunidad”, manifestó Rosales.

El Sociólogo y Antropólogo en busca de la inventiva y de la creatividad, incorpora nuevas cátedras en la universidad como Comunidad, realizando seminarios y dándole libertad a sus estudiantes para buscar nuevas formas dl aprendizaje, conectando nuevamente lo que venía trabajando en la institución, la localidad y oralidad, para pasarlas a las comunidades, luego a sus cátedras, transformándolos así en una experiencia amplia de saberes, que dieron paso a sus primeras publicaciones en revistas y una maestría en Literatura.

En su época de estudiante se profundizaba a los autores por largos períodos, por lo que Otto Rosales al desempeñarse como docente quiso dar un giro a ese “aprendizaje lento” como él lo apunta, ya que sus intereses son las cotidianidades de las pequeñas cosas, estudiar diversos autores, y diversas áreas de la ciencia para construir en libertad”.

“Mis cátedras son un caos maravilloso que progresivamente le vamos dando forma y cada quien construye dentro de un tema o esquema propuesto”. Cine, Literatura, arte, poesía, y numerosos autores de diversas teorías sociales se entremezclan para dar ritmo y soltura a sus estudiantes, que opinan que dentro de tanta apariencia tranquila se encuentra un ser apasionado sumergido en la locura, para crear con libertad.

Asimismo, la vocación de Rosales va más hacia una Antropología simbólica y cultural tomando en cuenta los estudios locales que se hacen en mediana escala, porque “ya no es el problema de las grandes teorías sino de las construcciones de los pequeños relatos que desplomados de los grandes relatos se construyen dentro de contextos de la vida cotidiana”.

“Joven, cuerpos y mitos”
Con el empeño de fusionar sus investigaciones, actualmente el Sociólogo y Antropólogo Otto Rosales se encuentra trabajando en un doctorado de Ciencias Humanas en la ciudad de Mérida, retomando sus proyectos y la gran discusión del mito, de tomar al cuerpo como un elemento cultural y a ver a los jóvenes como los constructores de los discursos dentro de las cotidianidades.
“Mi formación siempre ha estado conectado con las ideas de novedad, buscando estructuras desde lo cotidiano para crear una estética novedosa, fracturada, y transgresora desde la investigación”, dijo Rosales.

Extravagante en su forma de vestir, aunque relajado y cómodo, amante del vino, de la cerveza, de la música, de la universidad, la docencia, sin vicios extremos, amigo, padre, con ciertas características hacia la individualidad en sus investigaciones, y con una gran sensibilidad por la vida y las sociedades, busca en esta etapa de su vida alejarse del caos de la ciudad de San Cristóbal para marcharse de nuevo a un lugar tranquilo como en su infancia.

Escritor de diversos artículos en una columna del diario La Nación, que espera volver a retomar, empleando una técnica que le identifica como escribir para un minuto, “escribo para ser leído en cinco minutos con sólo 25 líneas. Ese es uno de los ejercicios del ama que no he dejado”, señaló Rosales.

Queridos por unos y no tan querido por otros, Otto Rosales, se identifica por su carácter imponente, que ha sabido transformar radicalmente sus formas de enseñanza, desde la dureza hasta la frescura y la naturalidad, variando los diversos discursos para innovar esa “arcaica enseñanza. Hay que cambiar esas estructuras dando más libertad al joven combinándolo con las nuevas tecnologías” comentó Rosales.

Sin embargo, en espera de esos cambios a nivel macro este investigador por la Ciencias Sociales, continúa dentro del aula de clases y en sus proyectos de investigación con el interés de publicar, a trasmitir sus conocimientos a los más jóvenes, ideando con creatividad partir de lo que lee del mundo culturalmente, desde los grafitis en las calles hasta los errores en la gramática, y construyendo discursos para disfrutarlo, con afición y libertad.